Comentario para Alejandro Delgado
Me declaro un tecnoptimista moderado. Esto significa que creo profundamente que la tecnología está contribuyendo y lo hará cada vez más a crear un futuro mucho mejor para la humanidad, aunque debemos controlar el rumbo al que nos lleva la tecnología y no al contrario.
Debemos tener en cuenta el impacto de las tecnologías en toda la sociedad y en todos los mercados y asegurarnos que las ventajas y beneficios que nos proporcionan estén disponibles de la misma forma para cualquier persona.
Esto se condensa en una frase de Calum Chace, que me gustó mucho, al inicio de la conferencia «La revolución de las máquinas» del 19 de noviembre de 2015 que decía: «El futuro de la humanidad es maravilloso, aunque nos encontramos frente a riesgos y desafíos muy significativos». Creo que en paralelo al avance y desarrollo de las tecnologías, debemos analizar y estudiar el impacto y la transformación que traen consigo para adecuar los sistemas educativos, económicos, laborales y sociales para garantizar un resultado positivo.
Con respecto al informe «La Revolución de las Máquinas» es, en sus conclusiones, inevitablemente ambiguo. Y digo inevitablemente porque es bastante difícil prever el impacto global que tendrá la Inteligencia Artificial en nuestro mundo. Por una parte argumenta que los pesimistas se basan en la «falacia ludita» que se ha refutado con cada revolución industrial o innovación disruptiva, es cierto. Pero los datos dicen que en esta ocasión los empleos que se están perdiendo por la automatización y la robótica, aún ganando en productividad como nunca en la historia, no se recuperarán, ya que los trabajadores no se podrán trasladar a otras industrias u otros mercados. Luego afirma que habría que reflexionar seriamente sobre la posibilidad real de que esto ocurra para que la sociedad asuma esta nueva posible realidad de la forma menos conflictiva posible.
Conferencias como las organizadas por la Fundación Bankinter y debates que podamos mantener en reuniones o medios sociales son de gran importancia para poder entender el alcance de estos cambios y dar forma a una nueva realidad que sea mejor para todos.
Seamos optimistas con respecto a las tecnologías, aunque con criterio y pensando en el bien común y no solo en los rendimientos económicos que puedan aportar. Vivir en un mundo sin empleo y con una Renta Básica Universal, ya que todos los trabajos lo realizaran las máquinas, no tiene que ser necesariamente algo malo, siempre y cuando estemos preparados para ello.
El problema es que los políticos van en el sentido opuesto. Prometen millones de empleos, que no se crearán, al contrario se perderán. No adaptan el sistema educativo a las necesidades de un futuro muy próximo y diferente al que vivimos actualmente. No adaptan el mercado laboral a las condiciones que necesitan las empresas para poder invertir, innovar y crecer. Tampoco invierten, lo que realmente sería necesario, en investigación y desarrollo para adaptar el modelo productivo a un mercado completamente global y digital. Y esto viene reflejado en las predicciones del informe mencionado anteriormente, en el apartado «Gobierno» para el año 2020: «Los gobiernos reaccionan sobresaltados ante el descontento social». Lo estamos viendo venir, entonces podemos evitarlo.
Una reflexión final: Las tecnologías por si solas no son, ni buenas ni malas. El uso que hacemos de ellas las convierten en beneficiosas o perjudiciales para quien las utiliza y para la sociedad en general.